Dedicado

A pesar de que no fuimos nada, Londres tuvo para nosotros una mesa, una calle en la que me agarrabas la mano y otra en lo que yo te agarraba el culo, una cama, un esquinazo en el que besarnos y que nadie nos viera, una pizzería en la que te decía que eras imbécil por no gustarte la pizza...

Nos vimos anochecer y amanecer, vestirnos y desvestirnos. Supiste cuando estaba borracha por mis ojos chinos sin yo siquiera decírtelo, y yo supe cuando lo estabas tú porque eras fuego. Me follaste con una pasión desmesurada y me miraste como el que conoce el amor por primera vez. Me acariciaste incluso cuando ya me había dormido y me abrazabas tan fuerte que ahora podría dibujar tu esqueleto de memoria.

No me he dado cuenta hasta ahora de lo increíble que fue. De lo increíble que fuiste. Y puedo escribirte con una sonrisa infantil y unos ojos intensos mientras repaso en mi memoria todo lo poco que nos dio tiempo a hacer. Ahora, después de mil desplantes por mi parte y no sé cuántos meses sin vernos ni hablar.

Me gustaría que volvieras, me gustaría tomarme una cerveza contigo o fumarnos un piti o un porro y decirte que me salvaste la puta vida. Que me encantó enseñarte música, que me acompañaras hasta la puerta del trabajo y que dejases todo de lado para estar conmigo el tiempo que te quedaba. Que le diste un giro a todo e hiciste de Londres un poco París, un poco terremoto y un poco rescate en mí sin tener que pagarlo.

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.